10/05/2012

Gabriela Rodríguez

Vaya, no sólo regresa el PRI, sino que la jerarquía eclesial y los líderes del SNTE trabajarán juntos el proyecto educativo para México. Bienvenido mal, si vienes solo, decía mi abuela.
La disputa por la educación tiene una larga historia desde que la Iglesia católica perdió la hegemonía de la educación frente al Estado, pero por alguna razón los obispos mexicanos piensan que ahora, después de 150 años, están dadas las condiciones para recuperarla. Y es que en la actualidad vemos que algunos contubernios y alianzas ya no se hacen en lo oscurito sino que se presentan abiertamente, como si a nadie le espantara el tema de la religión en la escuela, y como si pasara inadvertido el escándalo de la Nueva Jerusalén, donde después de destruir a palazos un plantel educativo, los padres de familia exigen una escuela pública acorde a su religión.

En reportaje de Arturo Cano del viernes pasado en este diario (La Jornada, 28/9/12), posa frente a los reflectores Carlos Aguilar Retes, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), al lado de Juan Díaz de la Torre, dirigente del SNTE. Ellos sonríen acompañados de la senadora Mónica Arreola Gordillo y de Fernando González, la primera, hija de la maestra Gordillo, y el segundo, su yerno, quien además de ser ex subsecretario de Educación Básica y candidato a senador por el Panal, fue abierto promotor de EPN. Ambos grupos fueron convocados para anunciar el nacimiento de la asociación civil Educación y Formación con Valores, un frente laico de grupos religiosos y empresariales. En dicho acto, el presidente de la nueva asociación, Simón Vargas Aguilar, cercano al mundo militar y experto en temas de seguridad, afirmó que ante el escenario violento del país es necesaria una reconciliación nacional y voltear hacia los valores para contribuir a la construcción de una sociedad más justa y solidaria, que sea respetuosa de la vida.

Y es que frente a la violencia del país, ni todos identificamos las mismas causas ni proponemos las mismas soluciones. Pero el Episcopado Mexicano y el SNTE coinciden con el diagnóstico del problema educativo y la visión hacia el futuro, en palabras del líder de la CEM: México vive hoy inmerso en una espiral de violencia y descomposición social generada por el crimen organizado y la desigualdad, pecados sociales que han provocado una profunda crisis de valores y principios de carácter universal, basada en la pérdida del sentido de Dios y de nuestro compromiso para con la vida.

Vale la pena revisar el amplio documento Educar para una nueva sociedad, editado por la propia CEM en mayo de 2012, un plan educativo que fue enviado al presidente Calderón, al secretario de Educación Pública y al Papa. El texto hace una revisión histórica de cómo las Leyes de Reforma redujeron la acción de la Iglesia católica al ámbito de lo privado, condenando su acción y su tarea educativa a la ilegalidad; cómo la paz porfiriana intentó la conciliación con la Iglesia, alentó la confianza y permitió el desarrollo eclesial. La confrontación con la Constitución de 1917 por ser discriminatoria de los religiosos, la integración que logró Vasconcelos, y las dolorosas pérdidas de valores vividas durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, cuando se llegó a considerar como delito que las órdenes religiosas impartieran educación en las escuelas primarias. Se habla también de las mermas sufridas con la educación socialista del general Lázaro Cárdenas, lo que valoran como una abierta intención de eliminar la fe del pueblo. Entre los signos de los tiempos se documenta con preocupación la disminución del catolicismo, el paulatino crecimiento de otras denominaciones religiosas y el aumento de la increencia.
Políticamente correctos, los mitrados se dicen partidarios de que la educación pública siga siendo laica, pero que los prelados están llamados a capacitar a los docentes para que en los centros escolares se impartan clases de religión, si así lo desean los padres de familia. Es decir: sí a la educación laica, pero no laica. ¡Clarísimo!: para ellos impartir clases de religión en las escuelas públicas es una emergencia nacional para salvar a las nuevas generaciones. Hay mucho más que comentar de la publicación de la CEM, que espero poder abordar en mi próxima colaboración.

Por lo pronto, remito al historiador inglés Jeffrey Weeks, quien nos diría: “Así es la nueva derecha, vincula a los políticos con los empresarios y con los jerarcas eclesiales, mediante mecanismos complejos, traslapados –y con frecuencia contradictorios–, porque hoy el poder ya no es una entidad singular mantenida o controlada por un grupo específico, el Estado o la clase dominante” (Sexualidad, Paidós/PUEG-UNAM, México, 1998).

Y, como un aguijón, me suenan los versos de Sting en su 61 aniversario: “No hay solución política/ A nuestra problemática evolución/ No tenemos fe en la Constitución/ No hay revolución sangrienta/ Los llamados líderes hablan con palabras que tratan de encarcelarte/ La subyugación, el sometimiento/ Esa es la retórica del fracaso/ Sólo somos espíritus en el mundo material/ Spirits in the material world…”

Twitter @Gabrielarodr108

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