6/20/2013

Adultas mayores en España, más vulnerables ante la violencia


INTERNACIONAL
   Ellas no denuncian y el delito se “invisibiliza”

CIMACFoto: César Martínez López
Por: Gloria López
Cimacnoticias/AmecoPress | Madrid.- 


La confluencia de factores como el género y la edad hace que las adultas mayores se conviertan en un grupo con un alto riesgo de sufrir algún tipo de maltrato.
 
Además no existen datos de esa realidad y las víctimas de violencia de género de “más de 60 años” –así aparecen en las estadísticas– son un colectivo especialmente vulnerable al estar inmerso en el silencio.
 
Lo anterior son las principales conclusiones del proyecto europeo Dafne Stop VI.E.W. “Stop Violence Against Elderly Women”, presentadas el pasado 14 de junio por la Unión de Asociaciones Familiares (Unaf).
 
El proyecto pretende visibilizar la violencia ejercida contra las mujeres mayores de 65 años y crear una mayor sensibilidad social sobre el problema.
 
Y es que, tal y como señaló Julia Pérez, presidenta de la Unaf, “el progresivo envejecimiento de la población española y su repercusión en las situaciones de dependencia funcional y emocional favorece que las personas mayores se hayan convertido en uno de los grupos sociales más susceptibles de sufrir situaciones de abuso, malos tratos y/o violencia”.
 
La investigación revela que las mujeres adultas mayores son un colectivo especialmente vulnerable porque tienen más dificultad para defenderse, solicitar ayuda, desconocen sus derechos, e incluso a menudo han sufrido años de maltrato repetido, permaneciendo en silencio y ocultando la violencia de la que eran objeto.
 
Según Pérez, “las víctimas sienten miedo a denunciar y a tener que rehacer sus vidas y romper con sus familias, en ocasiones responsables de los malos tratos. En muchos casos no pueden reconocerse en las formas de violencia, porque consideran el maltrato de familia como un modo de relación o porque viven de manera demasiado dolorosa el tener que admitir el abuso en el interior del propio hogar”.
 
Este “silencio”, más el “afecto familiar” y el “estigma social” que supone reconocer malos tratos en la propia familia, son hechos clave para explicar la disparidad entre los estudios objetivos realizados en los propios colectivos de personas mayores españolas que apuntan a tasas bajas de violencia.
 
La organización responsable del estudio explicó que existe sexismo y un prejuicio contra la edad, que denomina “edadismo”, que hace que las mujeres mayores se encuentren en “mayor riesgo de sufrir abuso y violencia”.
 
“La tercera edad incrementa el grado de dependencia de las mujeres hacia otras personas, aumenta el riesgo de aislamiento y su cultura generacional hace que silencien su drama. Por ese motivo, es difícil dar datos de la situación real”, aseguró Julia Pérez.
 
La Unaf recordó que, entre 2002 y 2007, las denuncias de víctimas de violencia de género aumentaron en 46 por ciento por “las campañas de sensibilización” y la creación de “recursos asistenciales”, mientras que, en el caso de las mujeres mayores de 64 años, hay una “tendencia de descenso”.
 
MIEDO A DENUNCIAR
 
En la presentación de las conclusiones estuvieron presentes responsables de algunas de las organizaciones participantes en el programa, quienes insistieron que la ausencia de datos sobre la violencia de género contra mujeres mayores es sin duda un indicador preocupante que nos muestra que el problema está absolutamente invisibilizado.
 
Yolanda Basteiro señaló que el 50 por ciento de las víctimas que han acudido al servicio de asesoramiento y atención a mujeres mayores que la Federación de Mujeres Progresistas desarrolla dentro del proyecto Daphne, conviven con el maltratador, lo que es un “dato muy preocupante” que muestra la “fragilidad” de estas mujeres.
 
Y, como sentenció Mariqueta Vázquez, presidenta de la Asociación Mujeres por un Envejecimiento Saludable, “no hay derecho a vivir los últimos años de tu vida con miedo y al lado de tu maltratador”.
 
Sin embargo, para muchas mujeres y en especial para el colectivo de mujeres mayores, denunciar es muy difícil. Bien por desinformación, por las pocas posibilidades de ser creída o por la desconfianza en el proceso jurídico, “las mujeres no se sienten suficientemente protegidas para denunciar y se callan”, dijo Ana María Pérez del Campo, presidenta de la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas.
 
“La crisis está aumentando la desigualdad y por tanto la violencia contra las mujeres”, reclamó Ana María, recordando que de las mujeres asesinadas por la violencia machista ha aumentado el porcentaje que no había denunciado (en mayores de 65 años, el 85 por ciento), y también de aquellas que siguen conviviendo con el agresor (75 por ciento).
 
PREVENCIÓN
 
El primer paso es visibilizar los problemas y las demandas de las mujeres mayores que sufren violencia, ya que pueden tener implicaciones significativas en su comportamiento y reacción ante el maltrato, así como para la provisión de servicios y apoyo.
 
Además es necesario proporcionar apoyo, formación y asistencia a las personas cuidadoras, para evitar que la sobrecarga pueda incidir en una inadecuada atención o maltrato a las personas mayores asistidas.
  

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