6/21/2013

El magisterio de primaria, destacamento de avanzada





El magisterio de enseñanza primaria juega un papel muy importante en el movimiento sindical actual, participa de manera destacada en la democratización de la sociedad, fortalece el movimiento social y busca la confluencia con otras fuerzas populares, además de que muchos de sus cuadros intervienen activamente en las luchas campesinas e indígenas, en el movimiento urbano-popular, en defensa de los derechos humanos y en contra de los estropicios de la minería a cielo abierto y las grandes presas. Pero éstos son procesos relativamente recientes y no tienen un siglo de existencia.

  Para ilustrar la idea anterior, ayuda mucho hacer un brevísimo recuento del movimiento obrero y campesino y del sindicalismo magisterial desde 1913 hasta los días que corren.

En 1913, durante la dictadura de Victoriano Huerta, contingentes de los principales sindicatos obreros, sociedades mutualistas y cooperativas salieron a las calles de la capital federal para festejar el Día Internacional de los Trabajadores con una manifestación de masas. De acuerdo con Rosendo Salazar y José G. Escobedo, Luis Araiza, Jacinto Huitrón y otros autores, no hay sindicatos ni organizadores magisteriales, aunque claro está, no se descarta la intervención de profesores de banquillo como individuos.

En el segundo semestre de 1916, encabezada por el Sindicato Mexicano de Electricistas, la clase obrera estalla la huelga general en el Distrito Federal. No se tienen noticias de participación sindical magisterial. 

Poder campesino transitorio y gran ejército revolucionario

Los campesinos mexicanos, de enormes tradiciones revolucionarias, durante la administración de Francisco I. Madero y dirigidos por Emiliano Zapata, continúan insurrectos en Morelos, Estado de México, Puebla, Guerrero y otros estados, llegando a crear --como en la rebelión del Reino Celestial Taiping en China-- un poder campesino transitorio, con un territorio y una población cambiantes, flotantes, inestables. Los campesinos, junto con mineros, rancheros y otros núcleos populares, ponen en pie, sin independencia del carrancismo, la División del Norte bajo el mando de Pancho Villa: el mayor ejército revolucionario en la historia de América Latina, según Friedrich Katz y otros eminentes historiadores. En estas experiencias del campo, ¿participan los maestros de primaria? ¡Claro que sí!, pero no como grupos organizados gremialmente, sino como personas.

Los congresos obreros nacionales de 1916, 1917 y 1918 engloban como contingentes descollantes a los textiles, ferrocarrileros, electricistas, tranviarios, mineros y otros sectores obreros. No hay registro de la participación de trabajadores estatales.
Los textiles, trabajadores del gran comercio y tranviarios desempeñan un rol destacado en la creación en 1921 de la Confederación General de Trabajadores, central de orientación anarcosindicalista. Los ferroviarios ponen en pie en los años 20 la Confederación de Sociedades Ferrocarrileras de la República Mexicana y la Confederación de Transportes y Comunicaciones, además de que realizan influyentes huelgas, con la participación de miles de trabajadores, incluida la histórica paralización de labores de 1926-1927. Los petroleros ejecutan huelgas en Veracruz y Tamaulipas, crean sindicatos de empresa y firman contratos colectivos de trabajo.
Los campesinos, entre 1922 y 1926, forman las ligas de comunidades agrarias en Michoacán, Veracruz y otras entidades. En 1926 constituyen la Liga Nacional Campesina. Este proceso organizativo y las luchas que encabezan las ligas agrarias y la LNC permiten forjar a líderes de la talla de Primo Tapia, José Guadalupe Rodríguez Favela, Manuel P. Montes, Úrsulo Galván y otros jefes agraristas de masas.

La incorporación organizada del magisterio

¿Cuándo irrumpe el profesorado en la lucha social de manera evidente? En 1919 con la huelga magisterial en la capital de la República y en 1927 y 1928 con las huelgas del estado de Veracruz. En 1926-1927, la Confederación Regional Obrera Mexicana constituye la Federación Nacional de Maestros, con Vicente Lombardo Toledano y David Vilchis a la cabeza. Los sindicatos magisteriales de los años 20 del siglo pasado, organizados en ciudades y regiones, tienen 5 (cinco), 7 (siete), 10 (diez), 25, 40, 60 miembros y son numerosos los que superan más de cien afiliados. Es, sin duda, un sindicalismo en formación, débil, que no desempeña, a la sazón, ningún papel de vanguardia entre los sindicatos mexicanos. Pero no sólo, además es dependiente de la burocracia sindical cromiana. Es el naciente chiquillo que se convertirá en gigante en la década de los años 60 del siglo XX.

En 1933 surge el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, en 1934 el Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, en 1935 el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana y en 1936 el Sindicato Industrial de Trabajadores de Artes Gráficas. La experiencia y conciencia de los trabajadores de las ramas fundamentales de la economía los conduce a dejar atrás los sindicatos gremiales y de empresa y a constituir los grandes sindicatos nacionales de industria. De esta invaluable práctica tomarán nota los trabajadores de la educación y emprenderán la formación de sus propios instrumentos organizativos adecuados.

Los años de la gran depresión y de la subsecuente recuperación económica llevan a la clase obrera a construir nuevas centrales, al margen del moronismo y el supuesto anarcosindicalismo de la CGT. En 1929, nace la Confederación Sindical Unitaria de México, en 1933 la CROM depurada y la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, en 1935 el Comité Nacional de Defensa Proletaria y en 1936 la Confederación de Trabajadores de México. Si se analiza la composición de los cuerpos dirigentes de estas organizaciones se verá que los maestros, pese a participar en la formación de estos centros sindicales, son incluidos de manera muy modesta. Tal es la realidad. ¿Quiénes se disputan los puestos fundamentales en el Comité Nacional de la CTM? Lombardo (doctor en filosofía), Alfredo Navarrete (ferrocarrilero), Fidel Velázquez (burócrata sindical de la CGOCM), el Ratón Velasco (panadero comunista), Agustín Guzmán (minero comunista), Juan Gutiérrez (ferrocarrilero) y otros líderes gráficos, textiles y de la pequeña industria, que forman el núcleo dirigente del proletariado mexicano organizado en sindicatos, federaciones y centrales. Los maestros, en ese entonces, sólo marginalmente participan en dicho núcleo.

¿Por qué ese papel modesto del magisterio en los años anteriores a 1937? Por la situación de la educación pública. Entre 1910 y 1935 México es un país atrasado, fundamentalmente agrario, con preponderancia de la población rural y mayoritariamente analfabeto. Para que se desarrolle y se consolide el sindicalismo magisterial requiere del fortalecimiento y desenvolvimiento de la educación pública, de un proyecto oficial de alfabetización masiva, y, en consecuencia, del crecimiento del magisterio. Si no hay educación primaria de masas no crecerá el magisterio y tampoco nacerá, se fortalecerá y avanzará el proceso de organización sindical de los maestros. Para que el profesorado intervenga entre las organizaciones de vanguardia de los trabajadores, necesita, claramente, contar con sindicatos, federaciones y centrales que reflejen y multipliquen su peso social y político. En el principio fue la acción. La historia así lo demuestra.

El sindicalismo magisterial de masas

Se considera como sindicalismo magisterial de masas al que tiende a agrupar a la mayoría o totalidad de los trabajadores de la educación, que plantea demandas unificadoras y movilizadoras del sector, que realiza acciones nacionales y que se vincula orgánicamente a los sindicatos de la clase obrera y de los empleados públicos. Por ello, se toma como punto de arranque del sindicalismo magisterial de masas el mes de abril de 1935 cuando al terminar sus labores la IV Convención Nacional de la Confederación Mexicana de Maestros se forma el Frente Único Nacional de Trabajadores de la Enseñanza, que, fusionado con otras agrupaciones, da lugar a la creación en diciembre de ese mismo año a la Confederación Nacional de Trabajadores de la Enseñanza. En 1937, de la fusión de la CNTE, la CMM (izquierdizada) y otro pequeño organismo, nace la Federación Mexicana de Trabajadores de la Enseñanza, no reconocida por el CN de la CTM. Del comité magisterial de la CTM y la FMTE se constituye en 1938 el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de República Mexicana.

Las cosas tienden a cambiar rápidamente. De 1938 en adelante, pese a las escisiones de 1940-1941, el sindicalismo magisterial constituirá una gran fuerza, en constante crecimiento como ningún otro destacamento del movimiento sindical mexicano. En la creación de la Federación Nacional de Trabajadores del Estado (1936) y la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (1938) la CNTE y el STERM jugarán un papel clave. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, nacido en diciembre de 1943, pese a ser una organización numerosa tiene menos afiliados que el sindicato ferrocarrilero y el sindicato minero-metalúrgico. En 1944, este último sindicato estalla una huelga nacional de ¡70 mil trabajadores!
En el lapso de instauración del charrismo sindical, del paro petrolero de diciembre de 1946 a la VI Convención Nacional del sindicato minero-metalúrgico en mayo de 1950, el profesorado no desempeña un papel muy activo en la lucha por mantener el libre juego de tendencias en el seno del SNTE y la autonomía relativa de secciones y delegaciones. Si en la CTM y en el STFRM gomecetistas y campistas (Acción Socialista Unificada), en el STPRM seguidores de Eulalio El Negro Ibáñez (militante del PCM) y en el SITMMSRM los representantes de las grandes minas y empresas siderúrgicas intentan con la movilización de sus bases impedir la implantación del charrismo sindical, en el SNTE la implantación y consolidación del dominio del ingeniero Jesús Robles Martínez, a partir de 1949, se imponen con una oposición claramente insuficiente, y los lombardistas y comunistas son derrotados.

En el ascenso de 1956-1960, sobre todo en los años de 1958 y 1959, quien ocupa la vanguardia en la recuperación del sindicato como órgano de clase es el gremio ferrocarrilero. El magisterio, con Othón Salazar Ramírez como líder indiscutible, es el segundo destacamento en importancia. En los paros y huelgas del STFRM participan alrededor de 60 mil trabajadores que sacuden la economía nacional, y en la Sección IX del SNTE intervienen alrededor de 14 mil profesores. Demetrio Vallejo Martínez es elegido secretario general del STFRM por 59,759 votos contra el charro José María Lara que obtiene 9 votos, en tanto que Gabriel Pérez Rivero es elegido secretario general del CES 9 del SNTE por 9,805 votos contra el charro Jorge Viñet que obtiene 37 votos.

Derrotado el STFRM es claro que no puede permanecer el Comité Ejecutivo democrático de la Sección IX del SNTE. Su destitución está en la mira de la administración de Adolfo López mateos. Con pequeñas excepciones, la charrificación envuelve al grueso del movimiento sindical mexicano. Se instaura, pues, la etapa del reflujo sindical que durará más de una década.
Durante los años de 1963 a 1971 las fuerzas que ocupan un primer plano en el escenario de la lucha social son los campesinos y estudiantes. En 1963 se funda la Central Campesina Independiente y se desarrollan acciones de masas con líderes como Ramón Danzós Palomino y Arturo Orona. En 1965 Arturo Gámiz y sus camaradas asaltan el cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua; en 1967 Lucio Cabañas se remonta a la sierra y crea un grupo de autodefensa armada, que años después se convierte en guerrilla del Partido de los Pobres, y en 1968 Genaro Vázquez se fuga de la cárcel de Iguala, Guerrero, crea la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria e impulsa y mantiene un grupo guerrillero. Estas guerrillas hay que entenderlas como expresión del movimiento campesino o como lucha armada rural.

En 1963 se realiza la Conferencia Nacional de Estudiantes Democráticos en la capital de Michoacán, que da origen a la Declaración de Morelia. A lo largo del período mencionado los estudiantes colocan las banderas rojinegras en la Universidad Nacional Autónoma de México y en las universidades de Guerrero, Michoacán, Sonora, Sinaloa, Puebla, Nuevo León y muchas más. En 1966 surge la Central Nacional de Estudiantes Democráticos, en plena huelga del Consejo Estudiantil Universitario. En 1967 tiene lugar la huelga de las escuelas de agricultura, el Politécnico, algunas normales y otras instituciones. Después se producen el movimiento estudiantil-popular de 1968 y la masacre del Jueves de Corpus en 1971.

La insurgencia sindical de 1972-1983 está encabezada por ferrocarrileros, electricistas, universitarios, minero-metalúrgicos y otros sectores, principalmente entre 1972 y 1978. Los núcleos mencionados efectúan paros y huelgas, organizan sindicatos y democratizan fracciones, delegaciones, secciones y sindicatos. En 1977 se funda el STUNAM como resultado de la fusión del STEUNAM y el SPAUNAM y se desarrolla la huelga de junio-julio, así como se producen las huelgas de Altos Hornos de México, Fundidora Monterrey y Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, es decir, en la principal concentración obrera del país (18 mil obreros), en la más antigua siderúrgica y en el núcleo más joven de los obreros del hierro y el acero. En 1978 colocan las banderas rojinegras los mineros de Nacozari, Sonora. Mientras tanto, en el SNTE entre 1972 y 1977 los charros viven sus momentos de gloria. En este último año, durante el festejo del quinto aniversario del Movimiento 22 de Septiembre (nombre del grupo que antecede a Vanguardia Revolucionaria del SNTE, aunque integrado por los mismos jefes), los charros magisteriales llenan el estadio Azteca.

El magisterio sacude a la sociedad mexicana

En 1979 terminan los años de quietud y tranquilidad en el magisterio de primaria y de otros núcleos de trabajadores de la Secretaría de Educación Pública. En Chiapas se inicia la huelga en el mes de septiembre y en diciembre se constituye la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE. Comienza así una etapa en que el movimiento magisterial juega un papel muy destacado en las luchas sociales de México. Es una experiencia que es menester estudiar a fondo.

|Los trabajadores de la educación en la lucha por mejoras económicas y sociales, democracia e independencia sindicales y la unidad combativa del gremio cursan la experiencia de paros escolares delegacionales, regionales y estatales en Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Valle de México, Michoacán, DF, Zacatecas, Nuevo León y otras muchas entidades; paros nacionales; huelgas producto de emplazamientos legales y huelgas constitucionales; manifestaciones, mítines y tomas de edificios sindicales y gubernamentales; plantones en la Ciudad de México, capitales estatales y otras ciudades, y marchas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y de otros estados a la capital del país.

El movimiento magisterial impulsa y materializa alianzas con otros sindicatos, organizaciones campesinas, estudiantiles y populares; lucha por la libertad de los presos políticos, contra la represión de los gobiernos de la Federación, estados y municipios, y por la desaparición de guardias blancas y grupos paramilitares; defiende la libertad de expresión, se opone a las medidas restrictivas de la libertad de prensa y se pronuncia por democratizar los medios de comunicación de masas, a la vez que participa en acciones solidarias con las luchas antimperialistas, democráticas y revolucionarias de los pueblos de América Latina y otros continentes.

La CNTE organiza foros y seminarios sobre la reforma democrática de la educación pública. En la actualidad, cuando el gobierno de Enrique Peña Nieto establece una reforma educativa que es más bien una prolongación de la reforma laboral regresiva, pro empresarial y contraria a los intereses y derechos de los trabajadores, el magisterio democrático promueve una discusión que incluye a todos los sectores interesados en contar con una educación pública científica, democrática, gratuita y laica. Es una lucha que ha logrado interesar a amplios sectores de la población.

La lucha del magisterio es muy importante, pero de ninguna manera puede avalarse la idea de que es superior a la lucha de los obreros y campesinos. Nada más alejado de la realidad. Como se ha señalado por autores diversos, nadie puede sustituir la lucha de los pobres del campo y el proletariado urbano. Al contrario, sin éstos es bien poco lo que se puede lograr. La lucha democrática y revolucionaria sólo puede desarrollarse con posibilidades de triunfo si en ella están involucrados de manera preponderante la clase obrera y el campesinado. La experiencia histórica así lo indica. Por otra parte, es incorrecto menospreciar la lucha de cualquier sector popular. Lo correcto es apreciarla en forma justa.

Los militantes de la izquierda anticapitalista en México estamos orgullosos de nuestro pueblo, que ha luchado en el pasado, que lucha ahora y que, con toda seguridad, continuará luchando en el futuro. El pueblo novohispano se levanta en armas por la independencia nacional en 1810-1821 y deja entre 300 mil y 600 mil bajas mortales para constituir el Estado nacional. La Revolución de Independencia de México es popular, de masas, y distinta al juntismo latinoamericano. En la Reforma, entre 1854 y 1867, el pueblo mexicano logra la separación de la Iglesia y el Estado, la separación de la educación pública y la religión y constituye un Estado radicalmente laico. En la Revolución mexicana de 1910, cuyos objetivos se cumplen en el período presidencial del general Lázaro Cárdenas (1934-1940), el pueblo mexicano alcanza la reforma agraria, la nacionalización de la industria petrolera, la nacionalización de los ferrocarriles, la redefinición de las relaciones con el imperialismo y una política internacional decorosa.

Paralelamente al desarrollo de la CNTE el pueblo mexicano emprende grandes luchas, que lo dejan bien parado ante otros pueblos y naciones. Por señalar sólo algunos ejemplos es suficiente con mencionar la huelga multisectorial de mayo-junio de 1983, que moviliza a cientos de miles de obreros y empleados; la Mesa de Concertación Sindical, con el SME como participante de primera línea, que realiza las más grandes manifestaciones contra el pago de la deuda externa en todo el continente, en 1986-1987; la huelga del Consejo Estudiantil Universitario, en 1987; el Frente Democrático Nacional y el Partido Mexicano Socialista, con la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, en 1988 obtienen un claro triunfo que les arrebatan los defraudadores priistas; la insurrección zapatista en el estado de Chiapas, en 1994; las acciones de masas de El Sindicalismo ante la Nación, en 1995-1997; la fundación de la Unión Nacional de Trabajadores, en 1997; el movimiento del Consejo General de Huelga de la UNAM, en 1999-2000, y el triunfo de la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, en 2006, que le es arrebatada por un fraude electoral del Partido Acción Nacional.

Con toda seguridad el magisterio seguirá aportando valiosas experiencias al acervo colectivo de las luchas sindicales, populares y nacionales.

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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